Art, permíteme que te corrija un error bastante frecuente entre algunos extranjeros, antiguamente prácticamente entre cualquiera de más allá de los Pirineos, y hoy en día (debido a las relaciones más estrechas entre todos los europeos) más limitado a los anglosajones.
No es cierto que entre los españoles (hablo en general de los habitantes del país, independientemente de la zona geográfica concreta) exista un fuerte sustrato poblacional-genético de origen semita (árabes y judíos) o africano (magrebíes o sub-saharianos).
Aquí hay una polémica más basada en cuestiones políticas e ideológicas (derivadas del problema vasco) que en un sólido fundamento científico. Como sabrás, la lengua de los vascos es una lengua no-indoeuropea y además, no emparentable con ninguna otra (es decir, en el sistema de clasificación de las lenguas no es posible establecer un parentesco con ninguna otra conocida de la actualidad ni desaparecida del pasado).
Cuando se descifraron las inscripciones ibéricas, los textos no eran comprensibles, pero al leerlos tenían un cierto aire "vascoide". Lo cierto es que a día de hoy sigue siendo imposible "traducir" estas inscripciones ibéricas mediante la lengua vasca. Pero durante mucho tiempo se atribuyó un "indudable" parentesco a los vascos y los iberos, a pesar de no poderlo demostrar ni mediante la arqueología ni mediante la lingüística. Ésta es la llamada "teoría del vasco-iberismo", que hoy en día ya no se tiene en pie.
El caso es que, en el campo extracientífico, por otros motivos, la polémica continúa, tanto, que al final no hubo otro remedio que hacer estudios genéticos para, en la medida en que ello fuera posible, dilucidar esta y otras cuestiones, un poco siguiendo la estela de los trabajos emprendidos por Luigi Luca Cavalli-Sforza y sus colaboradores en un montón de países, trabajos que seguramente serán bien conocidos por Bob.
Pues bien, hechos los estudios genéticos correspondientes, resulta que no sólo la presencia de una herencia genética norteafricana es muy reducida en toda la Península Ibérica (con un máximo del 14% en Andalucía), sino que además la barrera genética del Estrecho de Gibraltar es la mayor de toda Europa.
Esto quiere decir que, para el caso que nos ocupa, hubo más mezcla y por lo tanto, mayor proporción de intercambio genético, en otros lugares europeos, propicios a ello por los avatares históricos y el flujo de población derivado de la cercanía geográfica. Hablo por ejemplo del Mediterráneo oriental (Grecia-Turquía-Egipto-Oriente Próximo) o del sur de Italia y Sicilia con Túnez y Libia.
Además, el análisis que muestra un parentesco genético entre algunos andaluces y los norteafricanos muestra, mediante una técnica cronológica de laboratorio (al parecer se puede medir la velocidad de las mutaciones de los genes y de algo llamado "microsatélites"), que los genes comunes a Andalucía y Norte de Africa datan de aproximadamente el año 700 de nuestra era, es decir, que provienen de la época de la invasión musulmana en la Alta Edad Media.
Nada que ver, por lo tanto, con las épocas paleolítica o neolítica, puesto que en el norte de Africa se detectan unos marcadores propios y exclusivos de esa zona y que no son compartidos por la población española, ni siquiera las más sureñas o la de las zonas por donde se extendió la civilización ibérica.
Por lo demás, la herencia genética "española" está claramente correlacionada con la del conjunto de Europa. Así que si es posible poner un nombre a una tipología humana, eso que antiguamente se llamaba "la raza blanca", ahora "tipo caucasiano" o "tipo caucasoide", como la típica europea, el conjunto de la población de la Península Ibérica (España y Portugal) entraría perfectamente en ella.
Por otra parte, aunque posiblemente Bob lo podrá explicar mucho mejor, hay que diferenciar lo que se llama el "genotipo" del "fenotipo". El color del pelo, de los ojos o la tonalidad de la piel se retrotraen a una adaptación al medio, datable con la llegada de los primeros Cromañones (homo sapiens) a Europa, en plena época de las glaciaciones, provinientes de latitudes mucho más soleadas.
De ahí que un mismo tipo físico, dolicocéfalo-mesocéfalo, pueda ser rubio (tipo nórdico) o moreno (mediterráneo, de baja estatura, o atlanto-mediterráneo, de estatura media-alta). En Asturias predominan las cabezas redondas (braquicefalia), aunque también es posible encontrar mesocéfalos y dolicocéfalos, sobre todo en la parte central asturiana, eso sin tener en cuenta emigrantes modernos llegados de otras partes.
En Asturias hay rubios, cierto, pero tampoco son demasiado abundantes, la mayor parte de la población es castaña o morena (pelo marrón o negro), como puede apreciar fácilmente cualquiera que circule por nuestras poblaciones. Algo más abundantes son los ojos claros, independientemente del color del cabello. Pero siempre acompañados de piel de tonalidades claras, aunque no tan sonrosada como entre algunos ingleses, alemanes o suecos. En alguna ocasión leí no sé dónde que el mayor porcentaje de rubios se encontraba en Cataluña y la costa levantina en general.
Y dicho todo esto, aprovecho para decir que yo me siento tan cómodo con mi aspecto como si fuera más claro o más oscuro, y que lo más importante no es la apariencia o el origen de cada cual, sino su calidad como persona.
Si a alguien le interesa, puedo pegar aquí el texto completo del estudio genético del que hablaba más arriba, hecho por un equipo de especialistas de la Universidad Pompeu Fabra de Cataluña, de la de Leicester (UK) y de la de Göttingen (Alemania) y publicado como actas de un congreso especializado en el año 2003. Es más, de hecho creo que está disponible en Internet en inglés, pero ahora mismo no sé la URL. Sólo encontré esta pequeña reseña:
http://springerlink.metapress.com/app/home/contribution.asp?
wasp=253x5mltwq1qpn1jxdf1&referrer=parent&backto=searcharticlesresults,1,14;
journal,1,1;linkingpublicationresults,1:100421,1