Qué es la heráldica.

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Indalecio Fernandez
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Qué es la heráldica.

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Algunos conceptos sobre heráldica.

http://www.heraldica.es/heraldica/heraldica.htm

Qué es la heráldica

El diccionario define a la heráldica como la ciencia del blasón, es decir el estudio de las armerías (o armas).

La heráldica se desarrolló en la Edad Media en toda Europa como un sistema coherente de identificación, no solamente de personas, sino también como parte de linajes (el blasón pudiendo ser transmitido por herencia, traduciendo el grado de parentesco) y de colectivos humanos, además de ser un sistema emblemático único en un tiempo en el que el reconocimiento y la identificación pasaba raramente por un documento escrito.

Aparecida en el Siglo XII al seno de los miembros masculinos de la aristocracia, fue rápidamente difundida en el conjunto de la sociedad occidental: mujeres, clérigos, aldeanos, burgueses y comunidades. En consecuencia, han servido también para representar ciudades, regiones, países, y corporaciones de profesiones.

Blasón es una palabra de origen oscuro, puede ser que venga de alguna lengua franconia de la palabra blâsjan (antorcha encendida, gloria), o más probablemente del latín "blasus" significando "arma de guerra" [1] .

"Blasonar" significa describir las armerías siguiendo las reglas de la ciencia heráldica. En un estricto sentido, el blasón es, entonces, un enunciado que puede ser oral o escrito. Es la descripción de las armerías hecha en un lenguaje técnico, el lenguaje heráldico. El blasonamiento es la acción que consiste en describir las armerías (y por tanto de enunciar el blasón que representa). La ciencia del blasón es muy antigua, se funda menos de un siglo después que se estableciera el uso de armerías en la Edad Media.

Las armas son emblemas pintados en un escudo que deber poder ser descritas en la lengua del blasón, y que designan a alguien o a algo. Tienen el mismo rol que una marca, logotipo o nombre propio: son la manera heráldica de identificar, representar o evocar una persona, física o moral (casa o familia, ciudad, corporación...). Las armas son consideradas generalmente como la propiedad (intelectual) de esta persona, que es el titular.
El escudo es el elemento central y principal de las armerías, es el soporte privilegiado sobre el que se representan las armas. Sin embargo, diversas armas pueden ser representadas en un mismo escudo, sin necesariamente representar a una sola persona: puede ser la unión de dos armas representando un matrimonio o la superposición de numerosas armas. Un escudo representa entonces unas armas o una alianza de armas. En todos los casos, el escudo delimita gráficamente el sujeto del que habla la composición y es suficiente para identificar las armas o una alianza.

Las armerías (siempre al plural) son aquellas que están representadas gráficamente sobre un objeto armado (ejemplo: el escudo). Las armerías comprenden el conjunto de la panoplia formada por el escudo, que designa al sujeto, y sus eventuales ornamentos exteriores (soporte, corona, collar de orden...), que dicen algo sobre el sujeto. Algunos ornamentos exteriores (cimeras, tenantes) forman parte de las armas (y están asociadas sistemáticamente), algunos son arbitrarios o fantásticos (lambrequines, símbolos alegóricos o votivos), pero la mayor parte son la representación heráldica de títulos, de cargos o de dignidades: son atribuidos oficialmente y pueden variar según el estado del titular en un momento dado.

Blasonar significa describir las armerías. El blasón es el resultado de hacerlo: es la descripción (en términos heráldicos) de todo lo que es significativo en las armerías, y más específicamente en el escudo. La correspondencia entre un blasón y su representación está al centro de la heráldica: la descripción de un blasón debe permitir representar correctamente las armerías y la lectura correcta de las armerías debe conducir a un blasón que rinda cuentas sobre sus rasgos significativos. Dos representaciones (o armerías) son equivalentes si responden al mismo blasón, son por tanto las mismas armas (pero puede haber muchas maneras equivalentes de blasonar las armas).

HISTORIA

El uso de las armerías viene de la evolución del equipo militar entre los siglos XI y XII, que hicieron prácticamente imposible el reconocimiento del rostro de un caballero. El casco de los caballeros (que figura todavía en los ornamentos exteriores) cubría progresivamente la cara: la nariz está protegida por un nasal, la cota de malla (que protege la cabeza y el cuello) tiene a cubrir la parte baja del rostro y está definitivamente cerrado por una visera móvil.

Para hacerse reconocer en las batallas y los torneos, los caballeros comienzan a pintar figuras distintivas sobre sus escudos (muebles y piezas o figuras geométricas).

El escudero es un gentilhombre que acompaña a un caballero y carga su escudo. A partir del momento en el que el escudo porta las figuras distintivas, el escudero que porta el escudo puede representar al caballero, aún en su ausencia. El escudero es probablemente el origen de la representación de los tenantes (figuras que sujetan o acompañan los emblemas o escudos) en los ornamentos exteriores.

Las cinco regiones principales del escudo (alto, corazón, flancos diestro y siniestro, punta) se refieren a partes del cuerpo del escudero que porta el blasón en el pecho y se presenta de frente. Como el escudero está visto de frente, "diestra" y "siniestra" están invertidos en heráldica en cuanto a su significación usual: la diestra del escudero es la izquierda del observador y viceversa.
El rol del escudero tomó progresivamente una dimensión diplomática y se especializó en la función del heraldo. Desarmados, sin valor de rescate, se benefician de inmunidad diplomática de facto, y pueden desplazarse libremente para asegurar su misión, incluyendo los campos y países enemigos. Son sujetos, en consecuencia, de una imparcialidad y discreción estrictas. La actividad de los heraldos se rige por todo un código de derechos y obligaciones.

En la Edad Media, el heraldo se vuelve un servidor público al servicio de un príncipe o un señor. En el desarrollo de la guerra, está encargado de llevar la declaración de guerra, las advertencias. Para los caballeros que participan en una refriega (sea en batalla o en torneo), puede recibir testamentos o depósitos sagrados y se asegura de los dignos servicios funerales en caso de ser necesario. Su rol se completa finalmente sobre todo lo que respecta al honor: reconocer las armas de los nobles y vigila los blasones, preside las ceremonias y los juegos, y es testigo de actos de valor.

En los torneos y las justas, los heraldos anunciaban al caballero mencionando su blasón, es decir la descripción de las figuras cubriendo su escudo, antes de nombrar a su titular. Esta práctica es el origen del lenguaje heráldico, en un origen natural y comprensible para todo el público. Es esta práctica la que funda y establece la heráldica.

Por una parte, fija el vínculo entre un titular y sus armas, lo que impone como primera regla el no tomar las armas pertenecientes a otros.
Por otra parte, implica la equivalencia heráldica entre la representación gráfica (armorías) y la descripción oral (el blasón), que no describe sino lo más significativo.

A partir del siglo XIV, los heraldos se convierten en especialistas de la heráldica, o la ciencia de las armerías y blasones. Son ellos quienes codifican la composición y la descripción formulando, notablemente, las reglas del blasón, viajando y estableciendo armerías para pintar y retener las que encontraban.

El rey de armas es aquel que está designado para juzgar las armerías (y los títulos de nobleza).

Esmaltes, figuras y formas de los escudos
La forma más simple es la forma llamada "de torneo" o "en estandarte", simple cuadrilátero de "siete partes de anchura por ocho de altura". Las damas y damiselas tenían, hace muchos años, escudos redondos u ovalados respectivamente, y en rombo.

Se denomina esmalte del escudo a cualquiera de los colores, metales o forros del mismo. Propiamente empleados, sólo existen dos metales: oro y plata; cinco colores: gules (rojo), azur (azul), sable (negro), sinople (verde) y púrpura (morado); y dos forros, armiños y veros, que no se definen por su color sino por su forma. Los esmaltes y concretamente los colores y metales al ser representados en blanco y negro o sobre grabados están sujetos a unas convenciones para distinguirlos. Las figuras son de dos tipos, heráldicas y naturales. De entre las primeras destacan las piezas honorables que son jefe, palo, faja, cruz, banda, barra, sotuer, cabrio, bordura, orla, perla o palio, campaña o barba, girón, quila, trechor, franco cuartel, cantón escusón, punta y lambel. Hay además piezas honorables disminuidas, como comble, vergeta, divisa, jefe en divisa, trangle, trangle ondulado, burelas, gemelas, gemelas en banda, tercias, tres tercias, tercias en sotuer, cruz estrecha, filete en orla, filete en cruz, filetes vibrados, filiera, flanquis, estaye, cotiza, contracotiza, bastón, traversa y bastón Pery.

Las principales variedades de figuras naturales son astros, cuadrúpedos, aves, insectos, figuras humanas (o partes del cuerpo), figuras artificiales (castillos, cadenas, etc.), y figuras quiméricas (dragón, grifo,etc.)

NOCIONES DE GENEALOGIA

La palabra genealogía proviene de las voces griegas "genos" (raza) y "logos" (ciencia), y consiste en la enumeración o encadenamiento de los antepasados de una persona. En otras palabras, es la ciencia que tiene por objeto buscar el origen y la filiación de las familias o linajes.

La genealogía y la genética contemplan al individuo como el eslabón de una cadena -el linaje- formada por sus ascendientes y por sus descendientes, y no como un conjunto acabado. Ambas ciencias estudian los aspectos sociales y biológicos de la procreación.
De ahí que el linaje no deba confundirse con el apellido. El primero desciende en línea directa de una persona -antepasado- que, por las circunstancias que fueren, transmitió apellido y escudo a sus descendientes (y ahí las reglas cambian según las épocas, regiones, reinos o países), y el segundo no es más que un nombre que no tiene por qué pertenecer al mismo linaje. Puede ocurrir también que apellidos escritos de diferente manera -Posada o Posadas; Aello, Aenlle o Aellos; Schneider o Esnáider; y tantos ejemplos más...- pertenezcan a un mismo linaje, debido a las deformaciones ocurridas en el momento de registrarlos a lo largo de los tiempos.

La cosa se complica aún más a la hora de investigar el linaje de los apellidos patronímicos, derivados de un nombre propio, como, por ejemplo, Fernández -hijo de Fernando-, Rodríguez -hijo de Rodrigo-, Núñes -hijo de Nuño-, y un sin fin más de ejemplos propios de la genealogía española.

En este punto se unen de forma indisoluble dos ciencias hermanas: la genealogía y la heráldica. La una por estudiar la historia de los linajes, y la otra por formar parte de dicha historia. Algún rey, en algún tiempo, en algún lugar, y por algún motivo concreto, concedió un escudo de armas a un caballero, cuyos descendientes lo heredaron hasta nuestros días.
El árbol descendente es la más clara interpretación de lo que significa "linaje". Además es la única manera de justificar el "derecho" a utilizar como propio un escudo de armas o un título de nobleza; el de ese antepasado que figura a los pies del árbol.

Durante mucho tiempo se ha asociado el uso de un escudo con un título de nobleza. Esto puede haber sido cierto en algunos países o regiones, pero no siempre. En Castilla, por poner un ejemplo, los reyes concedían escudo a los "hijosdalgos" -hidalgos-, por sus méritos en el campo de batalla, o por haber dado de comer a los caballeros que pasaban por su hacienda, o por haber defendido una frontera.... No era necesario ser noble para tener escudo. En otros lugares de Europa central, los campesinos terminaban convirtiendo los símbolos de "marcar el ganado" en escudos heráldicos perfectamente reconocidos y registrados.

La palabra genealogía proviene de las voces griegas "genos" (raza) y "logos" (ciencia), y consiste en la enumeración o encadenamiento de los antepasados de una persona. En otras palabras, es la ciencia que tiene por objeto buscar el origen y la filiación de las familias o linajes.

La genealogía y la genética contemplan al individuo como el eslabón de una cadena -el linaje- formada por sus ascendientes y por sus descendientes, y no como un conjunto acabado. Ambas ciencias estudian los aspectos sociales y biológicos de la procreación.

De ahí que el linaje no deba confundirse con el apellido. El primero desciende en línea directa de una persona -antepasado- que, por las circunstancias que fueren, transmitió apellido y escudo a sus descendientes (y ahí las reglas cambian según las épocas, regiones, reinos o países), y el segundo no es más que un nombre que no tiene por qué pertenecer al mismo linaje. Puede ocurrir también que apellidos escritos de diferente manera -Posada o Posadas; Aello, Aenlle o Aellos; Schneider o Esnáider; y tantos ejemplos más...- pertenezcan a un mismo linaje, debido a las deformaciones ocurridas en el momento de registrarlos a lo largo de los tiempos.

La cosa se complica aún más a la hora de investigar el linaje de los apellidos patronímicos, derivados de un nombre propio, como, por ejemplo, Fernández -hijo de Fernando-, Rodríguez -hijo de Rodrigo-, Núñes -hijo de Nuño-, y un sin fin más de ejemplos propios de la genealogía española.

En este punto se unen de forma indisoluble dos ciencias hermanas: la genealogía y la heráldica. La una por estudiar la historia de los linajes, y la otra por formar parte de dicha historia. Algún rey, en algún tiempo, en algún lugar, y por algún motivo concreto, concedió un escudo de armas a un caballero, cuyos descendientes lo heredaron hasta nuestros días.
El árbol descendente es la más clara interpretación de lo que significa "linaje". Además es la única manera de justificar el "derecho" a utilizar como propio un escudo de armas o un título de nobleza; el de ese antepasado que figura a los pies del árbol.

Durante mucho tiempo se ha asociado el uso de un escudo con un título de nobleza. Esto puede haber sido cierto en algunos países o regiones, pero no siempre. En Castilla, por poner un ejemplo, los reyes concedían escudo a los "hijosdalgos" -hidalgos-, por sus méritos en el campo de batalla, o por haber dado de comer a los caballeros que pasaban por su hacienda, o por haber defendido una frontera.... No era necesario ser noble para tener escudo. En otros lugares de Europa central, los campesinos terminaban convirtiendo los símbolos de "marcar el ganado" en escudos heráldicos perfectamente reconocidos y registrados.

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http://heraldicahispana.com/npds/sectio ... le&artid=1

Es muy importante hacer la diferencia entre lo que significa el escudo de un linaje y de un apellido. La mayoría de nosotros, no somos ni nobles ni hidalgos y no podemos pretender usar un escudo por el hecho de que lleve nuestro apellido, porque cada escudo pertenece a UN solo linaje, es decir, a una rama familiar de un apellido. Si no somos descendientes directos de ese linaje familiar, no tenemos el derecho de usar las Armas (el escudo de armas) que le fue concedido a esa familia.
Por esa misma razón, también hay apellidos de los que no se conoce linaje alguno al que se le haya atribuido un escudo de armas, es decir, es otro error creer que todos los apellidos tienen un linaje con escudo de armas

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