Hola, Erik, bienvenido al foro.
Quisiera hacer algunos comentarios sobre la obra que presentas. En primer lugar, no puede uno evitar cierto escepticismo leyendo la introducción que citas en el recuadro. ¿Por qué será que me recuerda tanto a la novela histórica "Amaya o los vascos en el siglo VIII", escrita por el navarro Francisco Navarro Villoslada y publicada en 1879?
Si estoy en lo cierto, como así lo creo, se trataría de una especie de secuela con 130 años de retraso de una novela pretendidamente "histórica", llena de inexactitudes, empezando porque Amaya nunca fue una ciudad vascona, vasca, navarra, euskaldún ni nada parecido, sino perteneciente a los antiguos cántabros pre-romanos, de filiación indoeuropea más bien céltica.
Cierto que una novela es literatura, y que incluso cuando se relatan hechos históricos en el trasfondo de la misma no es preciso el mismo rigor que en el ensayo de un historiador. Caben ciertas libertades, por ejemplo rellenado determinadas lagunas con ficción, cosa que un historiador nunca puede hacer, sino como mucho ciertas conjeturas propuestas a modo de hipótesis de trabajo. Pero todo tiene un límite.
Por ejemplo, suena bastante ridículo eso de
It traces a Basque family's history from the last Ice Age to the present, an untold story of a people still speaking the haunting voices of its Cro-Magnon ancestors.
Sería inconcebible que ninguna familia, de origen vasco, celta, swahili o cualquier otro, conservara memoria de la vida de sus antepasados nada menos que desde el Paleolítico, unos 40000 años atrás en Europa occidental. Esto es, con perdón, una boutade, quizás más disculpable hace un siglo y medio, en pleno romanticismo, pero no en el siglo XXI. Al menos, Navarro Villoslada tuvo la prudencia de no remontarse más allá de la Alta Edad Media.
Discrepo también con lo de "an untold story". ¿No contada? Dios mío, la cantidad de veces que nos lo llevan contando!
Habría que explicarle al autor, que los cromañones son los ancestros de TODOS NOSOTROS, asturianos, suecos, griegos, nigerianos, japoneses, es decir, del completo género humano actualmente existente, y no sólo de los vascos.
Ni siquiera es posible afirmar que los euskaldunes hablan la misma lengua o una derivada de la de aquellos lejanos antepasados. En primer lugar, porque no existen pruebas, y en segundo porque ni el euskera ni ninguna otra lengua existieron siempre, se formaron en algún momento, se van transformando y diacrónicamente en otro momento dejan de existir.
Estaría bien también que el señor Lacambra-Loizu supiera que en todo el territorio de las actuales comunidades autónomas de País Vasco y Navarra no existe el menor rastro de toponimia prehistórica atribuible a la lengua vasca, excepto el
Oiasson transmitido por los griegos y romanos (actual Oiartzun), y la propia ciudad de
Pompaelo (hoy Pamplona), que por lo demás es un híbrido latino-euskera, compuesto del nombre de Pompeyo y de la palabra vasca
ili, que significa 'ciudad', y que fue fundada precisamente por los romanos.
Los nombres que más duran en el tiempo son los de los ríos, a través de los sucesivos cambios de lengua habidos en un territorio. Pues bien, los hidrónimos del País Vasco y Navarra son indoeuropeos, de la capa que Hans Krahe llamaba
Alteuropäische. Lo mismo cabe decir de los pueblos que habitaban la depresión vasca, Várdulos, Caristios y Autrigones, también indoeuropeos posiblemente célticos.
En fin, una obra más enmarcada en los tópicos ya conocidos del euskera presuntamente contenedor de reminiscencias paleolíticas, como los supuestos compuestos en base a aitz = 'piedra', de donde aizkora = 'hacha', cuando varios lingüistas profundos conocedores de la lengua vasca ya dan por demostrada la etimología basada en el bajo latín 'axeola'.
Si te parece bien, cuando leas esta novela nos haces una reseña en la sección "Reviews & Reccomendations".
Saludos
