Art, I believe they last until you find a better alternative. In my case it all ended when I returned to Asturias.
I'm not saying that I don't miss Germany or the USA, because I do and in some aspects many things were better there, but I will never forget when I landed in Asturias with my 9-year old daughter who hardly spoke any Spanish, and there were my mom and my uncle at the airport, waiting behind the glass wall for us to get through baggage claim and customs. By the time we had finished a small group of people had gathered around them (acquaintances and friends who had come to pick up somebody or were about to catch a flight), all of them waiting to say hello to us.
A few days later I had a job interview and a neighbour offered me his car (an Austin Victoria, old as the hills) because he never drove it. Well, as might be expected, I had a flat tire right in the middle of nowhere on the National Highway 634 in the county of Siero. I knew how to change a tire -the year before I had had a flat on the Interstate driving to Atlanta (no man's land somewhere near LaGrange, GA) and I was scared to death somebody might stop and mug me. Nobody stopped, thank goodness!
This time, though, I was completely at ease. I didn't get around to change the tire myself. The moment I opened the trunk to get the jack out, a car had stopped and a middle-aged man was offering to help. He was wearing suit and tie! Of course I was 27 years old then
, but the feeling of safety never left me in all these years. So I just don't feel like living anywhere else anymore.
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Art, creo que esas fases duran hasta que encuentras una alternativa mejor. En mi caso acabaron cuando volví a Asturias.
Eso no quiere decir que no eche de menos Alemania o EE.UU., porque sí que los echo de menos y en algunos aspectos muchas cosas de allí son mejores, pero nunca me olvidaré el día que aterricé en Asturias con mi hija de 9 años que casi no sabía español, y allí estaban mi madre y un tío mío, esperando al otro lado del cristal a que recogiéramos el equipaje y pasáramos la aduana. Para cuando acabamos se les había juntado un pequeño grupo de gente, (conocidos y vecinos que venían a recoger a alguien o iban a coger un avión) todos esperando para saludarnos.
Unos días más tarde tenía una entrevista de trabajo y un vecino me ofreció su coche que casi nunca lo usaba (un Austin Victoria de cuando la guerra de Cangas) y como era de esperar pinché – en medio de ninguna parte, en la ctra. nacional 634 en el concejo de Siero
Yo sabía cambiar la rueda, porque un años antes había tenido un pinchazo en la carretera interestatal camino de Atlanta (en tierra de lobos, cerca de LaGrange, Georgia) y tenía un miedo espantoso a que alguien parara y me atracara. Nadie paró, gracias a Dios!
Sin embargo esta vez estaba completamente tranquila. Me sentía completamente segura. No llegué a cambiar la rueda, porque en cuanto abrí el maletero para sacar el gato ya había parado un coche y un señor de mediana edad se ofreció para cambiarla. Iba con traje y corbata! Claro que yo también tenía 27 añinos.
Pero esa sensación de seguridad nunca me ha abandonado en todos estos años, así que ya no quiero vivir en otra parte.